Honduras BELLA

Más allá de las calles atestadas de vehículos, los enormes edificios de concreto y los cientos de personas caminando a prisa por calles y avenidas, hay una Tegucigalpa casi invisible, florida, sobrevolada por aves de majestuoso plumaje y con atardeceres multicolores, cual si hubiesen sido pintados por los dedos de Dios.
Las faenas cotidianas, las noticias de sucesos, el viajar en vehículos o el andar a pie, pero a la defensiva, y la manía de mirar a cada minuto el reloj y el celular, han hecho que los capitalinos ya no tengan tiempo de contemplar la belleza de la ciudad.
Las antiguas fotografías de la capital, en blanco y negro, hacen que muchos añoren aquellos viejos tiempos donde había menos autos y cables del tendido eléctrico, pero más tejados, calles empedradas y edificios coloniales. ¿Acaso la capital perdió su encanto?, ¿O es que sus habitantes ya no tienen tiempo para contemplar sus lindos paisajes urbanos?
Tegucigalpa y su ciudad gemela, Comayagüela, conforman el municipio del Distrito Central, capital de Honduras desde 1880. Actualmente tiene más de 291,000 viviendas, de las que apenas 219 carecen del servicio público de energía eléctrica, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que explica por qué tantos cables contaminan visualmente la ciudad.
Además, ya se contabiliza un millón 257,698 de capitalinos, de los cuales más de 610,000 tienen acceso al servicio de internet y más de 400,000 al celular, lo que evidencia por qué cada día más personas fijan su mirada en la pantalla de sus teléfonos, no así en la puesta del sol en la capital.

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